Domingo, 30 de octubre del 2005 - Brevemente sobre Mulligan.
l cine de Robert Mulligan, el director de las recordadas "Matar a un ruiseñor" y "Verano del 42", se caracteriza por la fidelidad en la mayoría de sus obras a una serie de temas, motivos formales y recursos narrativos, lo que lo convierte casi en un autor dentro de las postrimerías del cine clásico. La cámara de Mulligan acostumbra a adoptar la mirada del niño o del adolescente, una mirada tamizada por la pátina del recuerdo que nos sumerge en universos coherentes de ideas y actitudes pertenecientes a personajes en plena crisis de su desarrollo. Hay por este motivo en el director una tendencia a introducir la irrealidad y la fantasía, la que surge de las contradictorias psicologías de sus personajes, en un ambiente naturalista, normalmente el del rural del sur americano. En consonancia, se observa en Mulligan un gusto por describir un mundo ordenado, casi geométrico, de lugares, objetos, espacios: hay un mundo familiar, conocido, aceptado, donde los personajes se sienten confiados, y hay un mundo oscuro, a veces fantasmagórico, en donde se internan los personajes en su afán por descubrir lo desconocido, lo prohibido, el tabú. El despertar de la sexualidad, la conciencia del significado de la muerte, la pérdida de la inocencia en suma, son los temas preferidos del realizador. Algunos otros títulos del realizador como "Verano en Lousiana" o en un nivel de mayor de complejidad (la irregular) "El otro" son claras muestras de esta forma personal de hacer cine.
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