Miércoles, 17 de agosto del 2005 - Crítica de En la habitación.
stoy convencido de que las valoraciones o posturas ideológicas que pueda contener un film, sean cuales sean, no bastan para que el que lo juzge lo ensalce o menosprecie. Si estos mensajes se repiten con insistencia, entonces tengo más dudas. Esto viene a cuento por "En la habitación" ("In the bedroom", 2001), el film de Todd Fied, cuya historia no cabe duda que gira en torno a ciertas ideas que mantiene su realizador, sin que ningún elemento en ella les sea ajeno. A grandes rasgos: la posición de superioridad de la mujer sobre la pasividad del hombre, más aún, la autoridad moral de la mujer frente a las capacidades prácticas del hombre, el instinto gregario de la mujer en defensa de la integridad de la familia, la renuncia a la libertad en pos de esta última, la familia y el impulso sexual como elementos centrales del comportamiento humano y, por tanto, como sustrato último de la sociedad... Esto es lo que el espectador atento, y a falta de más información sobre anteriores trabajos de su realizador (que antes fue actor), obtiene del visionado del film: un rosario de proposiciones propias del fundamentalismo conservador y machista, de un reduccionismo sin complejos. Por otro lado a este drama no le falta coherencia, ningúno de sus elementos resulta arbitrario y todo en ella va encaminado a la descripción de unos personajes recalcitrantes, encerrados (en cajas, en habitaciones) en su naturaleza de hombres o mujeres y quebrados por sus crisis personales, personajes que en su simplicidad se equiparan fácilmente con una pareja de langostas. Como consecuencia, estamos ante un film sin concesiones, que ni siquiera se deja llevar por un mínimo lapso de emoción que pudiera aliviar al tensionado espectador: un film con fuerza pero sin gracia. Las escenas (acompañadas de la bella, apropiada aunque discreta, música de Thomas Newman), se suceden fluidamente, los acontecimientos sin la menor afectación y la violencia surge abruptamente, algunas escenas comienzan y terminan (en largos fundidos) con la breve aparición de un personaje y en otras se le plantean perversos juegos al espectador... La preeminencia de la cámara, hace que los correctos trabajos interpretativos de Sissy Spacek y Tom Wilkinson pasen a un segundo plano (a veces basta con su silueta o su espalda), mientras que Marisa Tomei no pasa la prueba. Finalmente, la película nos da a conocer un mundo poco habitual pero atractivo, el de un pueblo pesquero de Nueva Inglaterra, con la característica forma de ser de sus gentes. Nada más, pues, que comentar de esta obra tan poco convencional, tan interesante, y de cuyos excesos informan sus virtudes: un film compacto y coherente. (Por: Hamm)
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