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Domingo, 31 de Julio de 2005 - Crítica de Relato criminal.

Cine DVD films película Crítica de Relato criminal de Joseph H. Lewis con Cine negro mafia tesoro

n "Relato Criminal" ("The Undercover Man"), película dirigida en 1949 por Joseph H. Lewis, se nos narra, alejándose de cualquier intento de reconstrucción histórica, el procesamiento de los grandes jefes de la mafia italoamericana por los agentes del Tesoro. El interés se encuentra, tal como se declara en su preámbulo, en rendir un homenaje a aquellos hombres y mujeres, sean funcionarios de policía, soplones, o sus familiares, que arriesgaron sus vidas, bajo siniestras amenazas, para hacer progresar las investigaciones. El revés de la moneda se encuentra en unos individuos codiciosos, que únicamente se exponen de saber que van a obtener de ello un beneficio; en aquellos otros seres cínicos que se saben seguros de su posición de dominio, capaces de eliminar o convertir en subordinados a aquellos que osen desafiarles en sus intereses; o también, en una sociedad coaccionada, incapaz de reaccionar ante aquellos que corrompen la libertad. La opción que toma el jefe de los investigadores federales, interpretado por Glenn Ford, en una fascinante escena, de retirarse y recogerse en una granja antes de ver dañada a su esposa, para después concienciarse de la trascendencia de su cometido, ejemplifica en el film esta disyuntiva. Es un drama, pues, de tintes shakesperianos, en donde los comportamientos de cada personaje revelan cuestiones universales, pero también es una obra que entronca con las preocupación alrededor del retrato social común a los realizadores del momento en los Estados Unidos. Esta preocupación se detecta al instante en la generosidad de las ambientaciones: la viveza de las calles en donde se desarrolla la acción es rara en el cine clásico americano. Hay un interés por conocer como es la miseria en la que anida el sindicato del crimen, en adentrarse en la cotidianidad de los barrios bajos de Chicago. Uno de los rasgos más singulares del film es la introducción, como personajes secundarios pero determinantes, de los miembros de una familia de origen italiano: en las escenas en las que intervienen, pero también en el resto del metraje, se observa ciertamente un acercamiento al cine neorrealista de aquel país. Hay, en general, una reconocible calidad y riqueza en los diálogos, que definen con precisión a los personajes, y de los que importa tanto su relación con el mundo del hampa como sus relaciones personales y familiares y, sobre todo, como unas interfieren a otras. Mientras tanto, la acción se subordina a los afanes de realismo del proceso de investigación, sin inesperados sobresaltos o complejidades, por lo que tal vez, por la mismas razones, es excesivamente esquemático y reiterativo. La escasa afectación con la que se introducen los prolijos momentos violentos contrasta con algún exceso, sobre todo en ciertos subrayados. La discreta interpretación de Nina Foch se ensombrece aún más ante la presencia de Glenn Ford, soberbio en cuanto se le da la oportunidad, mientras que hay que destacar el acierto en la elección de los actores secundarios. Siempre con la ayuda de los mencionados diálogos y de la brillante escenografía, todos ellos alcanzan una gran humanidad y realismo. Por otro lado, hay algunas escenas que están llenas de intención, como aquella en la que el protagonista se entrevista con un soplón tras las butacas de un cine. Es, en fin, una película recomendable por inclasificable, al ir más allá de cualquier género, incluso del cine negro, correcta en algunos aspectos y excelente en otros, pero escasamente creativa en lo que concierne al arte cinematográfico. (Por: Hamm)

Foro de Relato criminal




Jueves, 28 de Julio de 2005 - Crítica de Leo.

Cine DVD films película Crítica de Leo de José Luis Borau con Furtivos incesto triángulo amoroso Icíar Bollaín Javier Batanero Luis Tosar

eo (2000) es la quinta película hasta hoy desde la controvertida "Furtivos" (1975) del realizador español Jose Luis Borau, y también es la que más atención, aunque discreta, ha recibido desde aquella. El punto de partida es tan simple como su desarrollo en la puesta en escena: Salva (Javier Batanero) es un hombre sencillo y guardia de seguridad en un polígono industrial, que se enamora de Leo (Icíar Bollaín), una chica de los bajos fondos. Leo le pide a Salva que, por oscuros motivos que el guardia (a la vez que el espectador) sólo conocerá una vez avanzados los acontecimientos, asesine a su padrastro, un maestro de artes marciales. Borau se reencuentra con las turbias pasiones humanas que tanta fama le valieron en Furtivos y ambos títulos tienen grandes similitudes: para empezar, el planteamiento inicial es muy sencillo, de los que obligan al director a demostrar sus capacidades en la puesta en escena; pocos personajes, los suficientes para formar un triángulo amoroso; y sobre todo, en un fondo de inmoralidad y desorden social o psicológico, el incesto. Las similitudes acaban aquí y las diferencias provienen de la calidad desigual de ambos títulos: hay una acusada falta de elaboración en la puesta en escena, sobre todo en la dirección de actores, con lo que la mayoría de los momentos dramáticos fallan en su intención por su poca credibilidad; la parca descripción de los personajes hace que oscilen dentro de una indeterminación que en ocasiones pasa a evidente contradicción; de los personajes secundarios se podría perfectamente haber prescindido, dada su nula significación; con los protagonistas, las acciones de unos no parecen revertir en las de otros; estos mismos personajes están totalmente desconectados del ambiente suburbano en el que se desenvuelven, a lo que ayuda en poco la equivocada dirección artística; algunos descuidos son clamorosos... Nada que ver con el universo claustrofóbico, compacto y coherente en su concepción, de Furtivos, donde cada elemento y personaje tenía un sentido y una intención en el todo. El director desperdicia la posibilidad de tomar el referente y los recursos del cine negro, para poner su fe en el poder poético de los equívocos, encuentros y desencuentros, sin conseguir el menor efecto en el espectador. Los actores hacen lo que pueden, y Javier Batanero fracasa en su interpretación vacía, sin el menor matiz, de un personaje difícil. En fin, un film que nos hace pensar en un cine español que se merece a realizadores que se tomen más en serio su trabajo. (Por: Hamm)

Foro de Leo




Miércoles, 27 de Julio de 2005 - Crítica de El día de mañana.

Cine DVD films película Crítica de El día de mañana de Roland Emmerich con Independence Day blockbuster Dennis Quaid catástrofe

l día de mañana ("The Day After Tomorrow", 2004) es una película que me ha sorprendido gratamente, no porque se trate de un film extraordinario, sino porque se ha elevado muy por encima de las bajas expectativas que abrigaba sobre ella. Su director, Roland Emmerich, que además coguioniza el film, es autor de grandes producciones comerciales de género fantástico y ciencia ficción, algunas, taquillazos de renombre, como "Independence Day" o "Godzilla", otras, rodadas para su sobreexplotación en vídeo, como "Stargate" (1996). Mi satisfacción proviene más de algunos detalles de la película que de su planteamiento general. Hay que alabar, desde luego, la temática de la historia, que se sostiene en una ligera crítica a las imprevisibles consecuencias del cambio climático y, en un segundo plano, de la inaceptable situación de los países subdesarrollados. Como era de esperar, el film no se preocupa de desarrollar dicha crítica, y nos sitúa en el momento en el que la catástrofe está a punto de consumarse. Antes incluso de llegar a estrenarse en España, donde ha cosechado un éxito muy relativo, la película ya animaba las críticas en su contra por su escaso rigor científico: en efecto, aún con los escasos conocimientos objetivos que tenemos sobre el fenómeno, resulta inimaginable que pueda tener tales consecuencias en un periodo tan corto de tiempo. El contraargumento es bien sencillo: cualquier exageración es disculpable si con ello se logra inspirar a dormidas conciencias, más aún tratándose de una historia que ha de adaptarse a los rigores del género al que por lógica pertenece. La larga mano de los hombres de negocios y las decisiones de despacho son advertibles fácilmente en "El día de mañana", se revelan en la elección de un grupo de colegiales (público juvenil, siempre sustancioso a efectos comerciales) y de una familia (público adulto) para protagonizar la acción. Los impresionantes efectos especiales creados por Industrial Light & Magic predominan en la primera parte del film, surtida de violentos encontronazos, algunos muy sorprendentes y conseguidos, de los incautos ciudadanos con las fuerzas de la naturaleza, mientras que el científico interpretado por Dennis Quaid nos radia al paso la escalada de los acontecimientos. En la segunda parte del film, muy diferente, este mismo personaje, como no podía ser de otro modo, se reconvierte en hombre de acción para, en nevada y kilométrica odisea, cumplir la promesa de ir en auxilio de su hijo, en lo que supone una mala solución para el guión, ya que no se alcanza a comprender el objetivo práctico de este heroico viaje. Creo que no vale la pena insistir más en los errores del guión, que más que errores son vicios, bien conocidos por todos, del cine comercial americano. Las situaciones ilógicas, poco creíbles o improbables, disminuyen la autenticidad de los acontecimientos, pero agilizan la narración. La sensiblería, los convencionalismos, el ensalzamiento de los valores tradicionales, el retrato complaciente de un mundo dividido en ganadores y perdedores, son otros de estos vicios, no menos inofensivos. Si entramos en las consideraciones positivas, hay que reconocer primero, como a todo buen artesano americano, la calidad de la planificación, que es perfecta salvo por unos mínimos errores de timing. La repetición, casi plano por plano, de algunas espectaculares y recordadas escenas de anteriores películas del realizador, no empaña la creatividad en la concepción estética del mundo apocalíptico al que, si bien irregularmente, se nos traslada. Este nuevo mundo de la edad de hielo nos recuerda a una especie de Rusia siberiana que integra además las vestimentas y hasta las actitudes de los personajes. El nuevo estado de cosas que emerge impone además sus reglas, como convenientemente se nos muestra en la escena en que los jóvenes han de sobrevivir a unos lobos para acceder a los víveres de un barco que, sorpresivamente, ha encallado en el mismo centro de Manhattan. Otros tramos del film están expuestos en un cierto tono que mezcla ironía con resonancias bíblicas, especialmente las imágenes que muestran el éxodo de los estadounidenses a México. El movimiento espectral de los fenómenos atmosféricos y de la formación del hielo parece felizmente sacado de una película de terror. En fin, una mala película que guarda alguna preciosa sorpresa. (Por: Hamm)

Foro de El día de mañana



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