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Sábado, 13 de agosto del 2005 - Crítica de La Guerra de los Mundos.

Cine DVD films película Crítica de La Guerra de los Mundos de Steven Spielberg con sci-fi ciencia ficción tim robbins e.t. jurassic park Tom Cruise

a cuestión: ¿como rodaría un realizador europeo una gran producción de ciencia ficción, un blockbuster con altas dosis de acción pero con consecuencias (y con consecuencia)? Si alguien se hiciese alguna vez esta pregunta la respuesta sería fácil: algo parecido a "La Guerra de los Mundos" ("War of the Worlds", 2005), la segunda colaboración en pocos años entre Steven Spielberg y Tom Cruise, esta vez para una libre adaptación de la obra homónima de H. G. Wells. Lo cierto es que los cambios respecto de la novela son totales: comienza sustituyendo la Inglaterra original por un lugar indeterminado en los Estados Unidos, y al solitario personaje protagonista por un padre y sus dos hijos, en lo que se puede considerar el producto de una estrategia comercial (público familiar y juvenil) pero que se revela poco a poco como una elección coherente, si bien su significado tampoco se encuentra en la obra original. Insisto, lo que podría suponer un planteamiento convencional, con un padre divorciado, un hombre despreocupado que presta escasa atención a sus hijos, se convierte en la narración de un viaje iniciatico del personaje de Tom Cruise (una odisea homérica: esta vez Ítaca es Boston), que debe reconocer su condición de hombre, su mortalidad, y como consecuencia también su condición de padre. En esta dirección apunta la escena del reencuentro familiar, en los últimos minutos del film, durante los que en un instante la situación se torna totalmente tranquila, devolviendo al espectador al principio del film: todo termina como ha empezado, excepto para Cruise. En otro orden de cosas, se puede adivinar cierta voluntad de recapitulación en Spielberg, de poner quizás un punto y aparte en su carrera, por la cantidad de referencias que existen en el film a sus trabajos anteriores, por ejemplo, la intención parece clara en las semejanzas entre la niña protagonista y la de E.T. Con esto no se quiere decir que este film no represente ninguna novedad, al contrario, nunca se había mostrado Spielberg menos ortodoxo, ni nunca había dado tanta libertad a la cámara, los encuadres son mas complejos y atrevidos, los planos secuencia más largos... Otro elemento poco común en Spielberg es la atención a los símbolos (y a la polisemia), fundamentales aquí: el arbol (la vida del ser humano, que se sucede en generaciones) que emerge del subsuelo (la muerte), el interior de las máquinas extraterrestres (en el que todo sugiere un útero) de donde es absorvido y expulsado Cruise (no hay que olvidar que su exmujer está embarazada), el agujero abierto sobre el cristal... Finalmente, y también fundamental, es la presencia del silencio (tanto visual como sonoro, se entiende) al que los directores norteamericanos no parecen acostumbrarse: en "La Guerra de los Mundos", una obra profundamente visual, importa tanto lo que se dice como lo que se sugiere implícitamente. Por ejemplo, la mención a la insignia de la niña, que pasa desapercibida al principio del film, o el momento en el que el espectador no llega a ver lo que hace Cruise al personaje interpretado, intesa pero brevemente, por Tim Robbins, mientras la niña tiene tapados los ojos (otro símbolo). Bien es cierto que todo lo comentado se concentra en breves intervalos a lo largo del metraje, Spielberg no deja de ser un director de films-espectáculo, y si los personajes, menos convencionales, mucho más centrales, y con más profundidad psicológica de lo habitual, no llegan a calar en la sensibilidad del espectador es por la importancia que se da a las escenas de acción, o más bien diríamos que de suspense, muchas de ellas simple emulación de otros títulos, sobre todo de Jurassic Park, pero con enemigos diferentes. Algunas escenas dramáticas son, por otro lado, simplemente antológicas, como el momento en el que el hijo de Cruise se dispone a unirse a los Marines, mientras que a su hija se la quiere llevar un matrimonio, que la cree abandonada: resulta extraordinario el modo en que Spielberg logra concentrar todo lo que significa la guerra en unos pocos segundos, en una ristra de imágenes. En otras introduce, también como novedad, pequeños homenajes a la serie b, o a los zombies de Romero, como en la escena en la que un grupo de huidos se abalanzan desesperados sobre el coche de Cruise. Finalmente, sorprende gratamente el modo impresionante con el que explosiona, en un instante, una guerra de dimensiones catastróficas en un paisaje tan tranquilo, en pleno Estados Unidos. Nada más que decir pues sobre esta obra cuya orientación comercial no debe impedirnos reconocer algunos de sus aspectos más extraordiarios, como su calidad en general. (Por: Hamm)

Foro de La Guerra de los Mundos




Viernes, 12 de Agosto de 2005 - Crítica de Inquietud.

Cine DVD films película Crítica de Inquietud de Manoel de Oliveira con cine luso portugues Prista Monteiro Agustina Bessa-Luís

l ver "Inquietud" ("Inquiétude", 1998) uno comprende fácilmente porque los films del director luso Manoel de Oliveira tienen una distribución tan restringida en España. Uno se pregunta a qué tipo de público va exactamente dirigida esta película, prolija en referencias literarias y artísticas, farragosa en extremo, con profusión de diálogos, más recitados que hablados, que exige del espectador una paciencia y unos conocimientos de cultura clásica poco comunes. 'Inquietud' es la obra de un maestro en la senectud. La gloria frente a la muerte, la vida y el amor como renuncia de la libertad, la posibilidad de trascender atravesando las normas y convencionalismos sociales, la condición humana en suma, son los temas sobre los que reflexiona el autor a través de la adaptación de tres historias de Prista Monteiro, António Patrício, y Agustina Bessa-Luís, respectivamente. Sorprende el juego que se plantea en la primera, en la que se acude a las referencias cinemátográficas del espectador, para extrañarle con los usos narrativos propios del teatro (presencia del escenario a través de la limitación del alcance de los planos y decorados, diálogos autoreferentes, circunloquios, soliloquios, miradas a la cámara, a uno y otro lado del patio de butacas, planos encuadrados con más espacio por encima de las cabezas del habitual...), para luego descubrir que efectivamente se está asistiendo a una función, e introducir así la segunda de las historias. La fluidez de esta transición contrasta con el modo forzado, engolado, rocambolesco con el que se pretende introducir la tercera y última de las historias, la que peor encaja en el conjunto y que representa, así mismo, y contradictoriamente, el tramo más concentrado del film, excesivo, con una voz en off que puede llegar a agotar al espectador más complice. Se trata, pues, de la peor solución posible para una película que a pesar de su esteticismo confía poco en el poder de convicción de la imagen, aunque sí nos ofrece algunos instantes bellos y cargados de simbolismo (los vasos abandonados sobre la barra, el ambiente reconcentrado de los hombres encerrados en la habitación y con la ventana al fondo, la prostituta extendiendose sobre la cama frente al desnudo colgado detrás, o quizá, pero con más reparos, la representación de "Desayuno en la hierba" de Manet). (Por: Hamm)

Foro de Inquietud




Lunes, 9 de Agosto de 2005 - Crítica de Yo, robot.

Cine DVD films película Crítica de Yo, robot de Alex Proyas con Will Smith sci-fi ciencia ficción

lgunas cosas que para empezar hay que distinguir: "Yo, Robot" ("I, Robot", 2004), de Alex Proyas (y basada en la obra de Isaac Asimov del mismo nombre), al igual que muchos otros films actuales que se dicen de ciencia ficción no son tal, sino películas de acción con elementos, sobre todo estéticos, procedentes de aquel género. Una película que pretenda ser futurista no solo debe implicar que los acontecimientos que se narran se trasladan a un momento cronológico posterior, sino que debe formularse un universo coherente de personajes, comportamientos, lugares, que partan de reflexiones de su autor sobre el devenir histórico a partir del estado presente de las cosas. Precisamente porque exploramos lo desconocido, en un film de ciencia ficción que merezca tal denominación, no se debe pretender explicarlo todo, sino dejar margen a la imaginación del espectador (es una cuestión de respeto) y sobre todo, dar lugar al misterio, tan propio de este género como lo puede ser de otros, como del terror. Estos pensamientos, que proceden del sentido común, y que podemos compartir todos, resumen algunas claves que el realizador de Yo Robot debería haber asumido y no lo ha hecho. Hay que aceptar, sin embargo, que la propuesta no prometía mucho más desde un principio: el hecho de tener que recurrir a grandes clásicos de la literatura fantástica (que por otro lado, siempre mejoran en el papel, con notabilísimas excepciones), sin ser por si mismo rechazable, evidencia más que otra cosa la falta de imaginación y de referencias en la que se haya inmersa la industria (del ocio) hollywodiense. Basta con que el lector mezcle en su imaginación lo poco o mucho que haya podido quedar en su memoria de Matrix, y superponga un Terminator revolucionado, sobre el trasfondo de una superficial adaptación, y que finalmente añada los clichés clásicos del cine americano contemporáneo, para que se haga una idea completa de lo que Yo Robot puede ofrecer. Veamos, pasemos a analizar punto por punto. En la ciencia ficción los decorados tienen una importancia vital porque describen un mundo concebido desde cero por su realizador; la sobriedad en este aspecto es la constante en las obras maestras del género, y la intención es la de incitar sensaciones de incertidumbre, peligro, ajenidad, trascendencia incluso, misterio en suma (otra vez con notables excepciones que no vale la pena mencionar por evidentes). Bien es verdad que se trata de una cuestión difícil, porque significa una apuesta arriesgada y definitiva, pero la solución para Proyas no podía ser mas burda: eludir la responsabilidad y ocultar los escenarios bajo un torbellino de efectos especiales y multitud de objetos genéricos de tramoyista, por supuesto nada hay en este film que se pueda asimilar a un "ambiente", ni mucho menos a una "atmósfera" (¿Se podría salvar al menos el diseño de los androides?). En los personajes tampoco hay nada de genuino: la sustancia que deja traslucir el personaje interpretado por Will Smith, que con toda seguridad sí que existía en la obra de Asimov (un ser medio hombre medio máquina, hundido en penosas contradicciones, interpreto, porque no he llegado a leer el libro), se transforma en un hombre corriente, "dominado por la ira" sin duda, que podría proceder perfectamente del Bronx neoyorquino, al que hay que añadir la madre de este, una adorable abuelita negra... Y respecto a la protagonista femenina, tampoco creo que le preocupen demasiado al espectador de ciencia ficción sus problemas emocionales, seguramente fruto de una fallida relación anterior, que hacen que se apoye en los fríos pero fieles androides. Los chistes fuera de lugar del primero, y los comentarios aclaratorios de la situación, en su jerga profesional, de la segunda, dominan los diálogos, y también pueden ayudar al lector de esta crítica a hacerse una idea de lo que tenemos en nuestras manos (o ante nuestros ojos). Todo esto es lo que he tenido, no sin cierto esfuerzo, la posibilidad de detectar entre el maremagnum de efectos especiales que se suceden, al igual que las situaciones creadas al efecto para ellos, con la rapidez de un tornado y con lógica escasa. Cristales rotos por el impacto de una bala, caídas al vacío, veloces persecuciones y ataques, todos efectos de pobre inventiva y que se repiten convenientemente, algunos para más inri, traspasados plano a plano de otras películas de más éxito y talento. Sin embargo, sí nos deja el realizador, algunos instantes de verdadera pericia técnica, resultando sorprendente el trasiego de vértigo que le puede dar a una cámara, colocada en los lugares más insospechados. Sobre el argumento, resulta innecesario decir nada, salvo quizás destacar la inspiración bíblica, presente en el film, que da lugar a algún curioso resultado, una inspiración esta, que para los realizadores estadounidenses no se debe de agotar nunca y para ningún caso (bastante preocupante). Otra vez nada más, salvo apuntar que una historia que uno prevé sobre la liberación de los androides, termina, excepto en un inciso final, convirtiéndose en un relato sobre la liberación de los seres humanos. En fin, una película que se expone a una crítica muy fácil. Que por lo menos sirva de advertencia a futuros aficionados a este género del que tan pocos y tan decepcionantes títulos podemos disfrutar. (Por: Hamm)

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